Soñaba con aquel viaje desde que aprendió a leer y tuvo entre sus manos aquella historia extraordinaria.

Tenía mucha suerte, porque cada día su padre hacía un viaje parecido con la lámpara al hombro, las botas embarradas y los ojos pintados. ¡Cuánto había deseado acompañarlo!

Luis Suárez Castro

– Tienes que estudiar mucho para tener una vida mejor que la mía – le escuchaba decir constantemente.

Sin embargo, esa era, precisamente, la vida con la que soñaba. Releía una y otra vez el fragmento en el que el profesor descifra la clave para llegar al centro de la tierra:

“Desciende al cráter, audaz viajero, y llegarás al centro de la tierra, como he llegado yo”

Los siete enanitos, Julio Verne, mi padre, mi sueño… ¡quién sabe qué fue lo que me atrapó en esta aventura!

Hoy, en esta sociedad acelerada, en estos tiempos de tecnología, prisas, sueños exprés y metas de un minuto, sigo prefiriendo la calma del pueblo, la pausa del trabajo bien hecho y la ilusión de los sueños a largo plazo.

¡Sí! Tengo 18 años, una vida por delante, muchas normas que cumplir y más estrellas que alcanzar. Pero en mi norte siempre estará aquel momento en el que, con los zapatos de princesa en la mano…

  • Papá, yo también quiero viajar al centro de esta tierra, pintarme los ojos con polvo de carbón y seguir tus pasos.
  • Mi niña bonita, mi princesa, … estudia, esfuérzate y trabaja duro para que inicies este viaje con paso firme y mirada hacia delante.

Mientras, me ofrecía sus botas embarradas y encendía su lámpara…

 

Esta es la historia de muchos padres y muchas hijas. No tienen que darle a “Me gusta” o retuitearla. Simplemente… ¡cuéntenla!

Un comentario en “La princesa con botas

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